Perdóname, querida, la torpeza,
los susurros aleves y el requiebro,
la mano temblorosa y los suspiros,
y el corazón enhiesto que se inflama
Otórgame, si acaso, la cruel muerte
que acompañe al indulto concedido
Azótame, lacérame, que todo
acepto como pago al perdonarme
Mas ya exhausto, sin vida, sin aliento
perdóname otra vez, para que yerga
más viva aun la sangre de mi sexo
y de mis carnes tú quedes hambrienta
Que todavía después de que mi alma
parta fiel del espejo al otro lado
tras ella vaya al menos tu sentencia
a que devore mi último recuerdo
Thursday, April 14, 2005
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